au fil liturgie careme “¿Pueden estar de luto los amigos del novio, mientras dura la boda? Llegará el día en que se lleven al novio, y entonces ayunarán” (Mt 9,15)

Dos posibles interpretaciones:

1- Sí, el Novio ya no está aquí, ha sido “arrebatado”. Ha sido llevado a su boda, con la muerte. ¡A muerte! ¡A muerte! = ¡Quítate! ¡Quítate! Entonces tenemos que ayunar, y todos los días… recuperar los zapatos de Moisés, y el camino del desierto. Pero entonces, ¿por qué vino?

2- Pero no, el Novio todavía está allí, lo dijo antes de ser "arrebatado", a la manera de Dios, ante los ojos de los apóstoles, en la Ascensión. Con nosotros hasta el fin del mundo, y él nos envió por los caminos del mundo, [...] con el impulso de la alegría. El Espíritu está en nosotros, sellando las bodas. ¿Deberíamos ayunar? Y este pan que nos da (como a la multitud), y este vino que nos deja (como en Caná), ¿no son signos de que el ayuno ya no es necesario? [… ]

La respuesta, nuestro corazón (y nuestro cuerpo) nos la dictan. Se lee en la eucaristía, este viático de nuestra Pascua siguiendo a Cristo. Sí, nos deja el pan… Pero el pan solo, seco, negro, signo de ayuno (con la ceniza y el saco). Aquí, señal de la ausencia del Novio. Pero también nos deja el vino... un signo de alegría, de la Alianza, de la boda, del ayuno roto... y, por lo tanto, de la presencia. (No olvidemos que los musulmanes no necesitan vino mientras esperan el de la Presencia, del Reino). Este Pan es su Cuerpo entregado… Este vino es su Sangre derramada… memoria de quien nos fue arrebatado. En este arrebato hay una ausencia ligada al pecado (su entrega a la muerte), y hay una presencia vinculada al amor (don de su vida). El AYUNO CRISTIANO debe celebrar ambos:

1- Vinculado a la Ascensión de Cristo… toma el sentido de un desapego en el que todas las realidades de aquí abajo están relativizadas, no son más que el signo de una realidad Nueva y completa. El pan de Dios = hacer la Voluntad del Padre (esforzarse en ello). El vino de una alegría que nadie puede quitar… ni siquiera en la persecución. Vinculado a la eucaristía, nuestro ayuno significa que Jesús debe tener siempre un lugar en nuestra mesa - con comida para Él en nuestro menú -, como preparó el nuestro en la mesa del Padre, con nuestro pan y nuestro vino. ¡No rehúyas a tu semejante!

2- Vinculado a la PASIÓN de Cristo... nuestro ayuno se expresa como el don de la Eucaristía, es decir, en remisión de los pecados y para la multitud. ¿El ayuno es para este compartir, para entrar mejor en la interdependencia en la mesa del mundo, en nuestro justo lugar en la mesa de los pecadores? Con tanta frecuencia consumimos la parte de los demás: su parte de pan, por supuesto, pero también su parte de justicia, de ternura, su parte de sol, su parte de alegría. [… ] ¡No rehúyas a tu semejante !

H. Christian, extractos de la homilía para el (Mt 9,14-17)
 viernes después de la Ceniza,
9 de marzo de 1984,