Hermanos y hermanas, la verdad cuando es una idea, una definición, un sistema, una especulación... una elucubración: hay que alzarse, elevarse, ser inteligente a la medida de sus medios para cogerla, analizarla y comprenderla.
Pero si la verdad es Alguien - un día lo dejamos todo para seguirlo - y se trata de escuchar su Voz, de acoger su Presencia, de conocer su Rostro, hay que simplemente, de verdad, inclinar su corazón. Sí, cuando se escucha el Evangelio - Palabra que es Revelación - es necesario pedir discernimiento, apelar a la inteligencia, inteligencia pobre que nos pone a la altura de Cristo manso y humilde. Y cuando el Evangelio nos llega por un santo que realmente lo ha puesto en práctica - la vida de los santos que se llaman Agustín, Benito, Francisco, Clara o Charles - es el Evangelio ilustrado, puesto en la historia. Sí, hoy, en el día en que el Evangelio de Jesucristo nos viene por Benito: debemos pedir un oído atento, un corazón que se incline.
Así que algo le pasó a Jesús mientras estaba orando en la montaña. Algo que alteró su ser como si se redujera a lo esencial: el rostro. Jesús se enfrenta al Padre, pero no se aparta ni de Moisés, ni de Elías con quien conversa, ni de sus tres discípulos.
Dios se revela. Relación: rostro y voz nos atraen. Enfrentarnos aquí, orando, un poco, sobre esta montaña. Entonces, ¿Qué sucede? ¿Qué tiene que ver este acontecimiento de la Luz con nosotros? Palestina no está tan lejos.
Fijemos nuestra atención en la Escritura. Dejemos que el Evangelio nos ilumine. Juan escribe: “A Dios nadie lo ha visto jamás; es el Hijo único, que es Dios y está al lado del Padre, quien lo ha desvelado” (Jn 1,18). (…)
Hoy me parece que Jesús es para nosotros, de hecho, el que camina, el que nos abre un camino de luz, incluso allí donde todo parece estar bloqueado, y de esto es de lo que habla con Moisés y Elías: de su Éxodo.
¿Qué nos puede suceder en la oración? Que una estrella se levante en nuestro corazón... Pero antes hay que luchar contra el sueño, contra la pesantez, estar vigilantes, estar atentos, estar ahí en la noche, sobre esta montaña, tomados por Jesús, enamorados de Él. Si la contemplación es una vocación para cada discípulo que Jesús lleva consigo, me parece que este episodio que ocurrió en Palestina nos muestra este ver. Ver es simplemente, y eso es lo que yo creo que es ser un "visionario", ver venir. Sí, en la noche, ver venir a alguien. Creer que la Pascua se está cumpliendo, la victoria de la luz sobre las tinieblas. Esperar contra toda esperanza, esperar a alguien. Sí, no puedes no venir. (…)
[El Amado del Cantar de los cantares]: Levántate, tú, mi compañera, mi hermosa, levántate, mi amada, ¡vámonos de aquí!
El DESEO de Dios para nuestra raza humana no podía esperar a la consumación de los siglos... incluso tenía que significarse a sí mismo en el transcurso del tiempo. ¡Déjame ver tu cara! ¡Déjame oír tu voz!